Los análisis de mercado señalan que la expansión del anime trasciende el consumo audiovisual tradicional, integrando múltiples vías de monetización que incluyen contenido digital, videojuegos derivados y productos de consumo.
La región de Asia-Pacífico seguirá siendo el principal motor de producción y consumo, mientras que Norteamérica y Europa registran incrementos significativos impulsados por la localización de catálogos y estrenos cinematográficos con alcance internacional.
El papel de actores clave de la industria —incluyendo estudios de animación, plataformas de streaming y distribuidores globales— es determinante en la consolidación de alianzas, expansión de infraestructuras y generación de contenido original con proyección global[1].
Principales conclusiones de un vistazo
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